Este inmueble es conocido por su larga historia vinculada a la caña de azúcar. Este cultivo tiene una larga tradición en las costas mediterráneas andaluzas.
Durante los siglos XVII, XVIII y XIX Marbella contó con varios establecimientos destinados a la fabricación de azúcar a partir del cultivo de la caña. El jugo de la caña se extraía al introducirla en un molino o trapiche, movida por la fuerza animal o hidráulica.
Es un referente único en su género al conservar un importante alzado y las salas en las que se realizaba la fabricación de azúcar en la época preindustrial, desde la molienda y el prensado, hasta las cocinas y el refinado. Las referencias más antiguas de este Trapiche se remontan a 1644 siendo sus primeros propietarios Mateo Marco y Gaspar Pompes. Para 1720 el complejo es adquirido por la Inquisición de Granada que lo explota en régimen de arrendamiento. En esos años se realizan una serie de reformas aumentado el número de moliendas y de hornos con objeto de responder a la creciente demanda de azúcar, ya que es un aditivo necesario para productos como el café o el chocolate.
A mediados del siglo XIX la fabricación de azúcar ya no es rentable y la actividad industrial del trapiche se centra en la producción de vino y aguardiente de la mano de don Fernando Álvarez Acosta. La producción de vinos y licores se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX y su cese supuso el declive del edificio y el consecuente estado ruinoso en el que se encontraba hasta su reforma y puesta en valor.
El Trapiche del Prado, Trapiche de la Inquisición o Trapiche de Marbella se localiza a apenas dos kilómetros al norte del centro histórico en el paraje conocido como el chorreadero.