El Centro Cultural Cortijo Miraflores ocupa un edificio emblemático de la ciudad, cuya antigüedad se remonta, según lo atestiguan los dos blasones en el balcón que corona la entrada, a 1704, cuando D. Tomás Domínguez lo edifica sobre los restos de lo que entonces se conocía como Cortijo del Prado de San Francisco. Concebido como explotación agrícola, contaba en sus inicios con un trapiche de azúcar y un molino de aceite de tracción animal. En 1756 se amplía la edificación y se diseñan y plantan sus jardines en el flanco sur de la finca, si bien es en 1850 cuando se introducen las especies exóticas que lo caracterizan, traídas por D. Tomás Domínguez Artola, Intendente General de Filipinas, a su regreso de estas Islas. Cabe mencionar los ejemplares de Cycas Revoluta (Palma del Sagú, especie originaria de la era Mesozoica)
En la primera mitad del siglo XIX el conjunto es ya conocido como Cortijo Miraflores, y a mitad del siglo cesa la explotación del trapiche de azúcar y se introduce la maquinaria del molino de aceite. El molino funcionó hasta bien entrado el siglo XIX.
La propiedad de Cortijo Miraflores fue pasando de la familia Domínguez, a Doña Elisa Torralba, de ahí a la familia Lavigne y después a D. Agustín Airola, a quien se lo compra el Ayuntamiento de Marbella en 1990, comenzando su rehabilitación en 1999 y finalizando en 2001.
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